Con la Fiesta del Árbol o día del Árbol; se pretendía hacer ver la importancia que tiene el Arbolado para la humanidad, y la necesidad de protegerlo; una jornada de conciencia cívica y convivencia medioambiental, donde los alumnos de los diferentes centros educativos de entonces, realizaron una plantación de Árboles coincidiendo con el final del invierno.

La primera Fiesta del Árbol de que se Tiene noticia en nuestro país, fue la celebrada en 1805 en Villanueva del Sierra, en la provincia de Cáceres, por iniciativa de un Sacerdote, que decidió hacer una plantación de Álamos, dándole un aire de fiesta, convocando a la juventud e invitando a las autoridades, disponiendo de un banquete y un baile a la finalización del plantío. (1)

En 1898 el Sr.D. Rafael Puig y Valls, ingeniero de montes, funda en Barcelona, la Sociedad de Amigos de la Fiesta del Árbol, con la intención de despertar las conciencias y el amor al arbolado, y consideró que el medio más adecuado para conseguirlo era la instauración de la Fiesta del Árbol en España. (2)

En 1904 el Gobierno de la Nación recoge esta idea y dicta un Real Decreto no vinculante que entre otras cosas manifiesta: “La convivencia, cada día más notoria, de repoblar la zona forestal española, aconseja despertar en el pueblo el amor a los árboles y el respeto a los montes, a fin de que las disposiciones que para acometer aquella empresa se dicten, encuentren en las costumbres nacionales el apoyo de que necesitan las leyes más sabias para ser eficaces. Nuestra Legislación forestal y la historia de los montes españoles prueban, con triste elocuencia, que el buen deseo para la conservación del árbol brilló siempre en las alturas del Poder, nunca encontró eco en la masa general del país, y que es preciso, por lo tanto, procurar que en las costumbres populares, con su fuerza natural, coadyuven los propósitos del mandato imperativo dela Ley…

…Debe el gobierno…sin llegar al mandato, procurar que la Fiesta del Árbol vaya extendiéndose a todos los pueblos del Reino, estimulándoles a celebrarla con premios y recompensas, y recabando para esta empresa el apoyo de los más indicados a prestárselo. El Cura Párroco, por ser aquella fiesta de sanas costumbres; el Médico, por la reconocida influencia del arbolado en la higiene pública; el Maestro de la escuela, por su misión de educar el alma del aniñes, y los Alcaldes, como representantes del Gobierno…” (3)

 

La instauración con carácter obligatorio de este evento el 5 de enero de 1915, siendo ministro de la gobernación el conservador José Sánchez Guerra, fue la Real Orden del Ministerio de la Gobernación, y una Real Orden del Ministerio de Fomento, que obligaba a cada ayuntamiento a fijar el día de la celebración, mediante sesión Ordinaria del pleno municipal.

Algunos artículos de esta disposición legal:

“Art.1º. Se declara obligatoria la celebración anual de la Fiesta del Árbol en cada término municipal. La fecha será fijada por las corproraciones municipales en sesión ordinaria y será hecha pública para conocimiento de todos los habitantes del municipo. El Ayuntamiento deberá invitar a todos los funcionarios, asociaciones y entidades, tanto oficiales y particulares, que en eltérmino municipal residan.

Art.2º.  Los Ayuntamientos deberán consignar en los presupuestos municipales aquellos gastos que seconsideren necesarios, teniendo encuenta las atenciones de carácter obligatorio que sobre le Ayuntameinto recaen, para adquisición de terrenos, siembras, plantaciones, riegos y demás gastos imprescindibles para la celebración de las fiestas…

Art.3º.Los secretarios de los Ayuntamientos deberán enviar la gobernador de la provincia por duplicado, una memoria de la celebración de la fiesta del Árbol, debiendo figurar en ella la fecha en que se celebre, el número de árboles plantados,el número de asistentes a la solemnidad, señalando a modo especial, a los alumnos de las escuelas que concurran, personas que más se distingan en su participación en las fiestas y estado de las plantaciones ejecutadas en los años anteriores..” (4)

El 28 de febrero de 1916, se celebró por primera vez en Belmonte la primera Fiesta del Árbol, tal como lo recoge el día de Cuenca en su publicación del 14 de marzo de 1916:

“BELMONTE: En el día 28 del pasado se celebró con toda solemnidad la Fiesta del Árbol, que fue concurridísima y hubiera sido mucho más si el tiempo hubiera sido bonacible. Se plantaron 115 árboles, cada uno por una pareja de niños.

Dio principio el acto con una misa cantada en la parroquia, donde fueron bendecidas las plantas; después nos dirigimos al sitio denominado: La Gotera, donde tuvo lugar la plantación. En el camino cantaron los niños Himnos a la bandera y al árbol, sobresaliendo los niños que también dirigen las reverendas madres de la Orden Franciscana, después, los niños de las escuelas particulares, y por último las de las nacionales.

Después de la plantación todas las autoridades y numerosísimo público pasaron ala local de la Sociedad Casino de Belmonte, donde los maestros pronunciaron elocuentes discursos; algunos invitados leyeron memorias; el elocuente y digno párroco, don Marino López Poveda, pronunció un discurso sobre la educación y la importancia del arbolado; por lo que todos fueron muy aplaudidos y en particular el último.

Por la tarde se obsequió a los niños con unos paquetes de dulces en la sala del Ayuntamiento, y a los invitados un abundante refresco; el acto fue amenizado por la banda municipal.

También se hicieron donativos a los pobres de la localidad.” (5)

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  • 1-La Fiesta del Árbol de Codorniu, Cuerpo Nacional de Ingenieros de Montes, pág 3,año 1915, imprenta Alemana,Fuencarral.
  • 2-La Fiesta del Árbol de Codorniu, Cuerpo Nacional de Ingenieros de Montes, pág 4,año 1915, imprenta Alemana,Fuencarral
  • 3-La Fiesta del Árbol de Codorniu, Cuerpo Nacional de Ingenieros de Montes, pág 4 y 5 ,año 1915, imprenta Alemana,Fuencarral
  • 4-La Fiesta del Árbol como elemento de Nacionalización durante la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) pág 3 de Antonio Alcusón Sarasa, Universidad de Zaragoza
  • 5-El Día de Cuenca de 14 de marzo de 1916, pág 2.