A los musulmanes que habían quedado bajo dominio cristiano durante la reconquista de la península, se les conocía con el nombre de mudéjares. Se les permitió la preservación de su lengua, religión y costumbres.

En en el año 1492 se da por concluída la Reconquista con la capitulación de Granada. Sobre el año 1500 los moriscos, descontentos de su situación, inician un levantamiento popular. Como consecuencia, en el año 1502 los Reyes Católicos, mediante la llamada Pragmática de Conversión forzosa al Catolicismo, obligaron a todos los mudéjares a convertirse al cristianismo, bajo amenaza de expulsión de sus hogares.

Estos fueron bautizados adoptando nuevos nombres cristianos, a muchos de ellos, si eran hombres, se le puso el nombre de Fernando y si eran mujeres, el de Isabel. A partir de ese momento se les conoció con el nombre de moriscos, aunque se les permitió conservar sus usos y contumbres. Por lo general vivieron fundamentalmente en el campo, en calidad de vasallos de los señores, aunque también ejercían otras profesiones como revendedores de productos agrícolas, tejedores, carpinteros,  zapateros, herradores, carpinteros, albañiles, muleteros,  etc.

En el año 1566, durante el reinado de Felipe II, se prohibió el uso de la lengua árabe, sus trajes, ceremonias y costumbres; lo que produjo la rebelión de los moriscos de las Alpujarras de Granada de 1568 a 1571. Terminada la guerra, fueron expulsados de su tierra y deportados, entre otros lugares, a La Mancha. A los territorios más orientales llegaron los moriscos procedentes de Guadix y la parte almeriense del antiguo Reino de Granada. Concretamente a la villa de Belmonte llegaron en el año 1581, 35 moriscos y, en el año 1589, 28 moriscos.

Autor: Miguel Ángel Vellisco.